EL AVARO Y EL ENVIDIOSO
En busca de verdades y consejas
Suelo yo revolver las cosas viejas;
Y ha querido el destino
Que muchas veces halle en un libraco
Forrado en pergamino,
Lo que por nuevo nos vendió un bellaco
En librillos de estampas y labores
A guisa de Lenguaje de las flores.
Pues, señor, y es un cuento que he leído:
júpiter,no el tonante, el divertido,
Tenía un genio raro:
Y una vez se antojó,¡ miren qué antojo!
De llamar a un avaro
Que creyendo ahorrar sol cerraba un ojo;
Hombre feroz,de corazón de tagua,
Hermano, en fin, de aquel que aguaba el agua
El muy taimado jove supradicho,
Yo no sé si con mira o por capricho,
También a un envidioso
Que era estevado, chato y rostrituerto,
Convocó cariñoso.
¿ Y para qué? dirán; si el caso es cierto,
Para satisfacerles,nada menos,
Sus deseos,los malos y los buenos.
Sentado el dios en su gentil bufete,
Democráticamente taburete,
Desechó todo ambage,
Y con el envidioso y el avaro
Usó de este lenguaje
Que nadie tachará de poco claro:
"Pida el primero,y le daré hasta el mundo;
Pero doble merced haré al segundo".
Hazte cargo lector, si eres discreto,
De si el dios me los puso en buen aprieto,
Pues uno y otro obraba
Por opuesta razón del mismo modo,
El avaro callaba
Por lograr más; y por lograrlo todo
El envidioso el labio no movía;
Y Jove, el socarrón, se sonreía.
"Sí no rompe uno pronto este silencio,
A ser ahorcados ambos os sentencio",
El dios dijo imponente,
Y avaro y envidioso se miraron;
De entrambos en la frente
Ansia, duda y rencor relampaguearon;
Y los dos fueron a soltar la voz,
Y enmudecieron, viéndolo los dos.
Ya iba a dictarse el fallo tremebundo,
Cuando el avaro prorrumpio iracundo:
"Mandad sacarme un ojo,
Y así, aunque logre el doble este tunante
De la merced que escojo".
_ "Concedo" , dijo al dios. Desde este instante
Tiene un ojo,no más, el avariento,
Y es ciego el envidioso. Este es el cuento.
SANTIAGO PEREZ
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